El cargador de móvil llega a los bares

Cuatro negocios disponen ya de una máquina que cobra 50 céntimos por media hora.

Han pasado de tener 7 u 8 teléfonos copando sus enchufes a ofertar un servicio que atrae clientela. «Mientras lo usan se toman una sidra», señalan en La Casona

¿Alguna vez ha experimentado el temor a quedarse sin batería en el móvil? Si la respuesta es afirmativa, usted sufre nomofobia, acrónimo del inglés ‘no mobile phone phobia’. Esta patología consiste en el miedo irracional a que el móvil nos abandone. Si frecuenta bares y restaurantes, el temor puede ser infundado. En una esquina del bar, una especie de taquilla flanquea el expendedor de la máquina de tabaco. La pegatina de un ‘smartphone’ ataviado con un flotador de salvamento hace un guiño a los clientes. Precisamente, ese es el cometido de la estación de carga: salvar a los despojados de batería.

El procedimiento es sencillo, tal y como explica una de las camareras de La Buena Vida, local que dispone del invento desde hace un año. «Introducimos un código de cuatro a seis dígitos que debemos recordar», expone Jessica Romero. La puerta de la taquilla se abre. Toca introducir el móvil. «Después se enchufa y se mete la moneda», concluye. El móvil comienza a cargarse. «Hace dos años que la pusimos porque había mucha demanda para cargar los móviles. Había días de tener siete u ocho cargando», cuenta David Vega, propietario del restaurante La Casona de Jovellanos. Una iniciativa que aplauden sus clientes. «Es la primera que veo en un restaurante. Me parece muy útil», confiesa César Gutiérrez sobre estas estaciones de carga.

«Así no tengo que estar buscando enchufes por cualquier sitio y tampoco me parece un precio desorbitado», dice uno de sus usuarios habituales, Francisco Javier de Dios. Por unos 50 céntimos, el móvil se carga 30 minutos. «Por ese dinero la carga no es completa. Puede llegar al 65 o 70%, depende del teléfono», explica Francisco Javier.

Con el pago inicial, los dispositivos cargan entre un 65 y un 70% según los modelos

«Yo creo que mucha de la gente que viene aquí es solo por la máquina. Mientras se toman una sidra o una cerveza aprovechan para cargar el móvil», cuenta Aroa de Castro, ayudante de cocina del mismo establecimiento. El negocio es redondo con la reciente inclusión del restaurante dentro de las paradas Pokémon. «La gente carga el móvil y sigue jugando al Pokémon», narra divertido David Vega.

El cliente debe introducir un código de seguridad de entre cuatro y seis dígitos

Distribuidora asturiana

«La máquina la distribuye una empresa de Asturias y te dan una comisión al igual que en una máquina de tabaco o una tragaperras», informa el hostelero. Las comisiones dependen de lo negociado con la empresa en cuestión, Olevending. «Suele fijarse en un 20% o 30% de lo recaudado», señala Vega.

La seguridad es una de las principales bazas del artefacto. Para abrir el compartimento en el que se realiza la carga, se debe introducir el código previamente marcado. «Alguna persona bebida se olvidó de los dígitos y no pudo sacar el móvil», recuerda Jessica. Por suerte para el protagonista de la anécdota, la laguna tuvo solución. «Llamamos a la empresa, vinieron y pudo recuperarlo sin problema», dice la camarera. Siempre que el móvil, falto de batería, no haya abandonado a su propietario, es posible consultar los establecimientos que disponen del cargador a través de una ‘app’. Con la revolución de la tecnología, no solo los clientes se van llenos de los restaurantes.

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